Opinión

Es hora de elegir entre tener un planeta en el que vivir o la comodidad de desplazarse en coche de puerta a puerta

Sería bueno queLey de Movilidad Sostenible que se debate en el Parlamento Vasco recoja acciones orientadas a reducir la movilidad en vehículo privado y mejorar y potenciar el transporte público para que la ciudadanía pueda utilizarlo en sus desplazamientos cotidianos

Científicos y científicas de más de 40 países pertenecientes al movimiento Rebelión Científica han alertado mediante una carta abierta de la imposibilidad de lograr los objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) –principales responsables del calentamiento global del planeta– para evitar que la temperatura de la tierra se incremente por debajo de 1,5 grados centígrados. Ya no hay tiempo para demoras ni excusas si queremos detener e incluso revertir el calentamiento global que está provocando los fenómenos climáticos extremos que ya estamos sufriendo –olas de calor asfixiantes, temperaturas no acostumbradas para la estación que toca, avance de la desertización, incendios descontrolados, largos periodos de sequía, lluvias torrenciales– y a cuyas consecuencias devastadoras nos tendremos que acostumbrar si los estados, el sector empresarial y la ciudanía no nos ponemos manos a la obra. 

Euskadi, como región altamente industrializada, tiene mucho trabajo por delante a la hora de reducir las emisiones de GEI. En el año 2020, según datos de IHOBE, las emisiones de gases de efecto invernadero se concentraron en nuestra comunidad en el transporte (35%), la producción de energía (32%) y la industria (17%). Estas emisiones suponen una reducción del 21% respecto a 1990 y del 16% respecto a 2005 (otra fecha de referencia para determinar la evolución de emisiones). Estos datos quedan muy lejos de los objetivos de reducción para el año 2030, que implican para la Unión Europea (y por tanto vinculantes a sus estados miembro) una reducción del 55%. Hay un largo camino por recorrer en esta década. Un camino que, como ha denunciado la comunidad científica, va a ser muy complicado si no se interviene de forma radical desde los distintos estados.

La industria vasca viene reduciendo de forma importante sus emisiones (-61% desde 1990 y -41% desde 2005) más por el proceso de desindustrialización a la que nos hemos enfrentado, que por las medidas adoptadas desde las propias empresas, que se limitan a cumplir con una legislación de por sí muy laxa, o por la intervención del Gobierno Vasco, cuyas políticas están más orientadas a maximizar los beneficios empresariales que a a las compañías a invertir en medidas correctoras para reducir los niveles de contaminación. También las emisiones ligadas a la producción energética se han visto reducidas (-32% respecto a 1990 y -49% respecto a 2005), debidas a los cierres de centrales térmicas en favor de centrales de energías renovables.

Por contra, en el transporte las emisiones de CO2 respecto a 1990 se han incrementado un 105% y un 2% respecto a 2005.

Si no se actúa de forma urgente en la forma en la forma en la que nos desplazamos, las emisiones contaminantes a la atmosfera seguirán aumentando. El Parlamento Vasco se encuentra en pleno debate sobre la Ley de Movilidad Sostenible. Una ley que nace coja al no recoger objetivos de reducción de emisiones de GEI, por lo que se queda en una simple declaración de intenciones. Esta ley debería servir a la Administración Pública Vasca para diseñar acciones orientadas a reducir la movilidad en vehículo privado y potenciar el transporte público para que la ciudadanía pueda utilizarlo en sus desplazamientos cotidianos (centros de salud, colegios, y lugares de trabajo que son los que provocan el mayor número de desplazamientos). Lejos de esto, el Gobierno Vasco apuesta por la centralización de servicios, como la sanidad, obligando a la ciudadanía a realizar desplazamientos, casi siempre en vehículo privado.

Sería fundamental apostar por el transporte público colectivo para reducir el número de coches en las carreteras y reducir las inversiones en grandes infraestructuras destinadas a la circulación de vehículos privados en favor de alternativas menos contaminantes y más eficientes como el ferrocarril, que debería ser el elemento de vertebración territorial por excelencia.

Del mismo modo, para incentivar el uso del transporte público se debería implementar una ‘Txartel Bakarra’ válida para el transporte público en toda la Comunidad Autónoma Vasca con tarifas mensuales adecuadas a los criterios de renta y números de desplazamiento de cada usuario.

Hay que hacer mucha incidencia en impulsar el uso del transporte público porque pensar que en el futuro va a haber tantos vehículos eléctricos privados como hoy en día vehículos que utilizan combustibles fósiles es autoengañarse. Hoy por hoy la tecnología que permite la electrificación de la movilidad depende básicamente de las llamadas “tierras raras”, elementos escasos en la naturaleza y de difícil extracción que hacen muy cara la adquisición de las necesarias baterías. En el futuro estas tecnologías serán sustituidas por otras más fáciles de obtener y usar, pero aún muy verdes como para poder ser consideradas. Los vehículos eléctricos serán demasiado caros como para tenerlos parados la mayor parte del día en el garaje y ser usados únicamente para desplazarse al centro de trabajo, lo que se podría evitar con un adecuado plan de movilidad sostenible a los centros de producción.[1] 

Asimismo, es necesario que las empresas empiecen también a cambiar su filosofía a la hora de transportar las mercancías a distancias largas basada en la utilización de camiones, que deberían utilizarse únicamente en desplazamientos de “última milla” desde los centros productivos a los centros intermodales de transporte y de éstos al destino final, y hacer ese largo recorrido por ferrocarril, un medio de transporte más sostenible en el que se debe realizar una mayor inversión.  

Es necesario empezar a pensar en el transporte de otra manera desde un punto de vista social y empresarial para tener una oportunidad de poder legar a nuestras hijas e hijos un entorno mínimamente habitable. Es hora de tomar decisiones y elegir entre tener un planeta en el que vivir o la comodidad de desplazarse en coche de puerta a puerta[2] .

Miguel Burdallo

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