La suerte de los señores Pradales y Zupiria

Las protestas vividas durante La Vuelta Ciclista a su paso por Bilbao han sido calificadas de muchas maneras, dependiendo de quién tuviera el privilegio o la arrogancia de nombrarlas. Para algunos fueron un escándalo, para otros una falta de respeto. Pero para quienes no miramos hacia otro lado cuando el horror se vuelve rutina, lo de ayer fue una nueva lección de solidaridad. Una lección que partió del corazón del pueblo vasco y llegó, como un grito ahogado, hasta los escombros de Gaza.
El consejero de Seguridad del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, calificó los actos de protesta como “bochornosos” y afirmó que atentaban contra la seguridad y la convivencia. Para el lehendakari fue “un espectáculo nada edificante”. Señor Zupiria, señor Pradales, lo bochornoso y poco edificante no es el gesto de quienes se atreven a alzar la voz frente al genocidio; lo verdaderamente indigno es la pasividad institucional, el silencio cómplice y la obsesión por la imagen mientras en Palestina los niños y niñas mueren bajo los escombros día tras día, hora tras hora.
Cuando quienes tienen en sus manos el poder de influir en la política internacional no actúan, cuando se elude toda responsabilidad bajo la excusa de no ‘politizar’ el deporte, la cultura o la economía, entonces es el pueblo quien asume esa carga moral. Y lo hace con la dignidad que les falta muchos de nuestros representantes. Por eso, las protestas vividas en Bilbao y Bizkaia no fueron una anécdota ni una molestia, fue un gesto histórico de resistencia, de conciencia y de humanidad.
Tienen suerte, los señores Zupiria y Pradales. La suerte de no haber sido consejero de Seguridad ni Lehendakari en la Euskadi republicana del 36-37, cuando los aviones fascistas reducían a cenizas nuestras ciudades, cuando el pueblo se organizaba para sobrevivir al horror. Hoy, otros fascistas —con otras banderas, pero la misma ideología— bombardean Gaza, asedian Cisjordania y sueñan con un mapa sin Palestina. Y mientras lo hacen, algunos aquí blanquean su imagen con eventos deportivos, empresariales o culturales que les lava la cara ante el mundo. A ese mundo que tantas veces ha decidido mirar a otro lado, también desde nuestras instituciones.
¿De verdad cree que los mismos que protestaban por la complicidad con Israel no saben lo que está en juego? ¿De verdad piensa que lo vivido en Bilbao fue una amenaza a la convivencia y no, más bien, una muestra de lo que significa convivir con justicia, con memoria, con valores?
Señores Zupiria y Pradales, estos actos de solidaridad fueron una declaración política, sí, pero también una declaración ética. Una muestra de humanidad que debería llenarnos de orgullo. Ustedes tienen la suerte y la responsabilidad de ser parte de un pueblo que históricamente ha sabido estar del lado correcto de la historia. No lo traicionen.
Únanse, si están de acuerdo en que el pueblo Palestino sufre un genocidio, a esa responsabilidad. Y si no lo van a hacer, al menos no estorben. Si nuestros representantes políticos no asumen sus funciones, alguien tendrá que hacerlo. Y el pueblo vasco, una vez más, ha demostrado que está dispuesto a hacerlo y a decir basta a las políticas Sionistas de apartheid.
Alba Gutiérrez Gómez, responsable de Internacional de Ezker Anitza-IU