La triste noticia de la muerte del ertzaina Inocencio Alonso ha dejado tras de sí una ola de consternación y dolor en toda la población vasca pero también bastantes dudas que nadie parece querer o interesar plantearse y que en este momento son muy necesarias. La violencia asociada al fútbol como deporte de masas es una lacra que lleva demasiado tiempo hostigando las competiciones de todo el mundo, sin embargo, no es la causa de todo y, por supuesto, no puede valer para tapar las vergüenzas de todo.
En primer lugar, a Bilbao no llegaron aficionados violentos, mal llamados ultras, llegaron paramilitares de extrema derecha para entrenar sus tácticas de lucha urbana cuerpo a cuerpo a Bilbao (como hacen en otras ciudades). Llegaron con información facilitada por grupos de extrema derecha españoles como Falange Vasconavarra y otros, quienes lo reconocen abiertamente en redes sociales. Cuestión ésta que se le olvida investigar a los mismos que sí investigan otros delitos de odio.
En segundo lugar, asociar un tromboembolismo pulmonar (TEP) a la violencia en el fútbol es, cuanto menos, peregrina. Recordemos que Inocencio se encontraba mal al bajar de la furgoneta y se desplomó sin causa traumática aparente (consejera de interior dixit). Concretamente el TEP, suele darse en personas con ciertos antecedentes médicos que aumentan el riesgo de sufrirlo. ¿Nadie advirtió ese riesgo, ninguna revisión médica? ¿Pueden formar parte de la Brigada Móvil agentes con riesgo cardiovascular, a pesar de que su puesto supone un esfuerzo y estrés extremo? ¿Puede soportar un agente de 51 años trece horas de trabajo seguidas en un operativo de excepcional magnitud como la de aquel día? Es muy aventurado responder a estas preguntas de forma certera sin conocer ni la autopsia, ni la historia clínica del fallecido, pero lo inquietante es que nadie esté haciendo públicamente esas preguntas.
Lo que sí nos encontramos, es a políticos cargando contra los ultras del Athletic pero no contra los grupos de extrema derecha que facilitaron el terror colaborando con los hinchas de ideología nazi del Spartak. Nos encontramos sindicatos pidiendo responsabilidades a la UEFA pero no a la propia dirección policial ni gubernamental. Nos encontramos a partidos pidiendo un aumento del equipamiento represivo de la policía en lugar de pedir un aumento de las plazas por oposición para el más que necesitado relevo generacional en la Ertzaintza.
Nada justifica la barbarie que vivimos en Bilbao, pero el dolor no puede cegarnos a la hora de cuestionar si el operativo estaba bien diseñado, si políticamente se está señalando interesadamente a unos culpables y no a otros y, sobre todo, si existe un verdadero control médico de los agentes. Igual que con las muertes súbitas deportivas (como la de Nacho Barberá) todos nos preguntamos por qué no hay más rigurosidad en los controles médicos, en este caso, debemos preguntarnos si se hizo todo lo posible por evitar que personas con alto riesgo vascular no formasen parte del operativo.
Asier Muñoz González
Responsable del Área Sanitaria de Ezker Anitza-IU