Asegurar unas condiciones de vida dignas para todas las personas debiera ser la obligación fundamental de cualquier gobierno, lo cual pasa necesariamente en nuestra sociedad por garantizar el empleo a los miles de mujeres y hombres que ahora mismo se encuentran parados y sin la posibilidad por tanto de llevar un salario a sus casas.
Más de ciento cuarenta mil personas en el paro en Euskadi no pueden firmar el falso mantra de que en Euskadi se vive mejor que en otros sitios porque para quién no encuentra empleo, la amargura y la desesperación es igual en un sitio que en otro.
La creación de empleo es por lo tanto uno de los slogans más repetido por todos los partidos y coaliciones en campaña, conscientes de que el empleo es la primera preocupación de la sociedad según todas las encuestas y estudios sociológicos. Nos han repetido hasta la saciedad que no somos clase trabajadora y resulta que el trabajo sigue siendo curiosamente la primera preocupación para la inmensa mayoría de la gente. Así que aunque nos han conseguido convencer de que somos clase media, y además mejor media que en España, nos hablan de empleo en campaña, porque saben que para la mayoría de nosotros es algo imprescindible si queremos vivir con una mínima dignidad.
Por eso en campaña hasta el PP se reivindica defensor del empleo y de los trabajadores siendo el Partido que más ha contribuido a la precarización del mundo del trabajo y a la destrucción del empleo real. Por eso en el teleberri podemos ver a Urkullu, a Mendia, Alonso… hacer declaraciones en algún centro de trabajo convenientemente «maqueado» para tal visita. En esta dinámica de campaña todas las fuerzas políticas hacemos nuestras propuestas para la creación de empleo con mayor o menos rigor (recordamos aún los tres millones de puestos de trabajo que prometía crear el PP).
En el caso de la coalición Elkarrekin Podemos (Podemos-Ahal Dugu / Ezker Anitza-Izquierda Unida / Equo) hablamos de crear puestos de trabajo en servicios públicos que son fundamentales para la gente y que actualmente no están cubriendo ni de lejos las necesidades de nuestra sociedad: hablamos de puestos de trabajo en educación, sanidad y dependencia principalmente, pero también en sectores como el transporte público o las administraciones a las que se tienen que dirigir los ciudadanos para múltiples trámites. También presentamos una serie de medidas para transformar el modelo productivo del país generando los llamados empleos verdes o el empleo para la rehabilitación de viviendas frente a la construcción desaforada de viviendas nuevas que luego no podemos pagar la gente trabajadora.
Pero es fundamental que a las políticas de creación de empleo, las acompañemos con políticas de reparto del empleo existente por un lado y políticas contra la precariedad laboral por otro lado. Las segundas además son fundamentales para luchar contra la siniestralidad laboral que se lleva por delante vidas y salud de quienes somos trabajadores.
Lejos de la gran mentira idílica que nos pintan, el mundo del trabajo en Euskadi es una autentica jungla donde miles de trabajadoras y trabajadores hacen horas extras de manera no voluntaria (lo cual por cierto es ilegal) y que además no son retribuidas en muchos casos. Una realidad de horas extras que contrasta con la gran masa de gente que busca empleo y no lo encuentra. Se trata por lo tanto de poner una política de empleo entre cuyos objetivos esté el reparto del empleo existente.
En Euskadi más del noventa por ciento de los contratos que se firman son temporales aun existiendo un contrato indefinido que permite a determinado tipo de empresas despedir gratis durante el primer año bajo la argucia del periodo de prueba de un año, el conocido contrato para emprendedores del PP. Una realidad de contratos temporales que se encadenan uno tras otro hasta el máximo legal para luego darte la patada. Debemos luchar desde las instituciones también contra la temporalidad en nuestras empresas, gran parte de la misma absolutamente injustificada.
Nuestra realidad es también la de trabajadoras con exceso de carga de trabajo en centros que necesitan más plantilla, la cual no es contratada con el objetivo de obtener mayor beneficio con el ahorro en mano de obra. Despidos improcedentes que se presentan como procedentes bajo amenaza al trabajador de que si lo denuncia, no le contratarán en otra empresa del sector, presiones para reducir las bajas por enfermedad, realización de trabajos de categorías superior a la correspondiente sin aumento del salario, trabajadores sin contrato, jornadas abusivas… y por supuesto los salarios cada vez más raquíticos. Abusos todos ellos que no son denunciados en multitud de ocasiones por miedo a ser despedidos, a no ser renovados o a no ser contratados nuevamente.
Podríamos redactar cien folios sobre la miseria laboral que nos rodea y no acabaríamos, por eso es necesario dotar a la inspección de trabajo de muchos más medios para perseguir el fraude, la precariedad y los abusos en las empresas. Es necesario implementar medidas que obliguen realmente a las empresas a crear puestos de trabajo dignos y que castiguen muy duramente a quienes crean precariedad y cometen abusos sobre los trabajadores.
No vamos a prometer quimeras, pero el centro de nuestras políticas tiene que ser la consecución de una vida digna para toda la sociedad, lo que pasa por desarrollar una política de empleo cuyo objetivo no sea la búsqueda indirecta de la creación de puestos de trabajo (que acaban siendo temporales y precarios) a través de incentivos fiscales y económicos a las empresas sin control posterior sobre ese empleo creado, y sin apenas planificación pública del modelo industrial vasco.
La política de empleo por el contrario tiene que marcarse al menos tres objetivos: reparto del empleo existente, erradicación del empleo precario y planificación de la economía en base a objetivos de creación de empleos en los sectores más adecuados para un futuro de empleo pleno y sostenible ambientalmente.
Jon Hernández
Candidato por Gipuzkoa en la coalición Elkarrekin Podemos